Ningún hombre es una isla es el título de la obra escrita por José Tomás Angola (Caracas, 1967), presentada recientemente en la sala de teatro de la Asociación Cultural Humboldt. A través de ella, el dramaturgo nos aproxima al escritor norteamericano Ernest Hemingway (1899-1961), mientras este vivía en la Finca Vigía de La Habana, en pleno año 1959, tras el  triunfo de la Revolución cubana encabezada por Fidel Castro.

El nombre de la pieza de Angola viene del texto del poeta inglés John Donne, escrito en 1624, del cual Hemingway tomó el título para su novela Por quién doblan las campanas, publicada en 1940. “Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti”.

Basada en sus experiencias como corresponsal durante la Guerra Civil Española, Por quién doblan las campanas refleja un espíritu en el cual se reflexiona sobre la vida, a través de ideales y amores dominados por la sombra de la muerte, cercana al pensamiento atormentado de Hemingway, en quien el suicidio como forma de disponer de la propia vida parecía ejercer una extraña fascinación, desde el fallecimiento por esta forma de su padre hasta decidir él mismo un par de años después terminar de esta manera.

Consecuente con el trabajo de investigación y dramaturgia que Angola viene desarrollando desde hace años, Ningún hombre es una isla nos acerca al pensamiento, hábitos y obra del escritor norteamericano, en su complejidad como hombre partícipe de una época con particulares cambios políticos, sociales y culturales.

En la obra, es justamente durante el preámbulo a la llegada de una tormenta de nombre Grace (como la madre de Hemingway) cuando este comienza a enfrentar a sus fantasmas y demonios, hasta llegar a compartir con Robert Jordan y María, personajes de Por quién doblan las campanas, quienes se hacen presentes en lo que sin duda constituye uno de los momentos poéticamente más logrados del trabajo de Angola.

Dirigida y protagonizada por el propio José Tomás Angola, quien representa de manera convincente a Hemingway, la obra destaca en su puesta en escena por el uso de elementos escenográficos combinados con recursos de video. Estos últimos, unidos a efectos de iluminación y sonido, crean las atmósferas requeridas para descontextualizar el espacio físico, trasladando la acción escénica a otros ambientes sugeridos en la mente de su protagonista.

A José Tomás Angola le acompañan en escena Andrea Miartus, quien además de María (el personaje de Por quién doblan las campanas) interpreta a Mary Welsh, la cuarta esposa de Hemingway; y José Manuel Vieira, quien es el encargado de personificar a Jordan.

Presentada en unas pocas funciones, Ningún hombre es una isla merece la oportunidad de tener una temporada regular como parte de la escena teatral caraqueña.


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