El mercado digital de China ha adquirido una magnitud tal que ha conseguido despertar las apetencias por su captura de parte de propios y de extraños.

Las redes privadas virtuales han proliferado en China de un lustro a esta parte, pero al mismo tiempo el gobierno de Pekín ha decidido hacer todo lo que esté en sus manos para que nadie controle o se apodere ni de un pequeño segmento de ese vasto mundo de comunicaciones que considera estratégico.

El año 2018 será vital para ello porque entrarán en vigencia una cantidad de controles para prohibir el anonimato de los proveedores de conexiones de redes privadas virtuales, que es lo que hace posible la actuación de internautas interesados en no ser evidentes para quienes gobiernan el país.

La dimensión de este mercado no es lo único que quita el habla. Su velocidad de expansión también. China Mobile, China Unicom y China Telecom contaban para enero del año pasado con 700 millones de usuarios, es decir, más que la población entera de Europa.

WeChat, por ejemplo, se ha convertido en la espina dorsal de la vida de esta inmensa masa de ciudadanos. Solo hay que comparar su modo de operar con el de la conocida herramienta de WhatsApp para entender lo prometedor del negocio. Este se ha convertido en el medio de pago preferido de quienes tienen una computadora, una tableta o un simple teléfono. Solo que mientras WhatsApp no consigue monetizar su audiencia en Occidente, a través del sistema de pagos de WeChat los ciudadanos chinos de a pie adquieren desde los dulces de los niños en los colegios hasta los vehículos de transporte familiar.

Los monederos digitales se han convertido en una poderosísima adicción para la población juvenil y los adultos se van incorporando a gran velocidad a ese mundo de las transacciones digitales, pues su capacidad de innovación es asombrosa

Para la celebración del Año Nuevo 2018, la milenaria costumbre china de intercambiar regalos ese día, lo que tradicionalmente se hace a través de sobres rojos, se transformó en un gesto puramente digital. Se realizaron, por este concepto, 8 millardos de transacciones y este volumen fue 8 veces más grande que el del año anterior.

El primer sitio de ventas en línea, Alibaba, sobrepasó 411 millardos de transacciones en un año, habiendo triplicado su volumen en los 3 últimos años de operación.

Así, pues, ante esa enormidad y el potencial económico que envuelve, ha sido preciso reforzar la muralla china de lo digital.

Para mejorar el seguimiento que existe, el gobierno de Xi ha puesto en marcha desde 2017 una ley de ciberseguridad, lo que se interpreta como un paso contundente para controlar el negocio en su totalidad.

Ya el acceso de los chinos a sitios como Twitter y Facebook había sido prohibido, pero su supervisión se evidenció como una cuesta muy empinada dada la proliferación de las redes privadas virtuales propiedad de las proveedoras de acceso o de terceros. Ahora la mira ha sido colocada sobre ellas.

Dos medidas van a obstaculizar seriamente su operación. La primera es la obligación de los operadores de registrar aquellas redes digitales privadas a las que proporciona acceso ante las autoridades y mantener su data accesible, para lo cual se requiere una autorización; y la segunda es la prohibición del anonimato de los internautas.

A partir del mes de febrero cualquier red virtual del ciberespacio chino deberá tener un permiso de operación.


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