El resultado de las votaciones municipales y la parodia electoral legitimada por Manuel Rosales en el Zulia representan un hito dentro de la dinámica dictatorial latinoamericana. Ni siquiera en Cuba, aun cuando las elecciones también se ganan con 99% de los votos, se llega al extremo de inventar más votos que votantes, pagar bonos navideños a los que voten y tener a una dirigencia opositora cómplice, solo comparable con la oposición putrefacta que permitió a Mugabe mantenerse 37 años en el poder.

Nosotros vamos ya por los 20 años en línea, pero en Zimbabue Mugabe ejercía el poder pleno; en cambio, nuestra narcodictadura tropical es ejercida por una mafia que acumula toda la degeneración del resentimiento social y la saña criminal operada desde el cuartel central de La Habana.

Mientras el agente de Cuba, Nicolás Maduro, se regocija de la “histórica batalla” y se pasa por el forro la Constitución al anunciar la eliminación de los partidos que no participaron en la farsa electoral del 10D, en Europa, Julio Borges, aprovecha sus últimos días como presidente de la inocua Asamblea Nacional y aparece de nuevo en la Cancillería romana y en la sede del Estado Vaticano repitiendo el mismo papelón, al exigir apoyo para unas elecciones justas en dictadura y sin emitir respuesta cuando es conminado a responder por qué la AN en dos años no procedió a nombrar el Poder Electoral como ordena la Constitución, y, por el contrario, debe justificar la intencional falta de quórum ocurrida al respecto en el Parlamento.

La Cancillería italiana, cuya comunidad es víctima de expropiaciones, secuestros y emergencias de salud en Venezuela, está perfectamente al tanto de la situación nacional; lo mismo ocurre con el secretario Parolin, a quien le disgusta que se hagan públicas las reuniones del Vaticano cuando participa en mediaciones y es contrario a todo tipo de pantallería, como ocurrió en las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos, donde nadie se retrató haciendo turismo político y menos aún a costa de un país desangrado como Venezuela.

Entre amigos

El resultado de las elecciones municipales no debe compararse con la abstención de hace quince años, cuando la protesta pasiva nos dejó una Asamblea “roja rojita”.

Hoy tenemos un país teñido de rojo, cuando hace apenas seis meses era inminente la salida de Maduro, y eso gracias a una errática oposición cuyos objetivos parecen reducirse a la participación del situado constitucional en los “espacios” que el régimen le adjudique como premio de consolación por sus “buenos” oficios como colaboracionista.

Este domingo el país habló en rechazo al régimen y a la engañosa oposición representada en la MUD, empeñada en servirle de pañal a la dictadura. Es el momento de nuevos liderazgos, asumido hasta ahora por Ledezma y María Corina, a lo que deben sumarse los jóvenes, los estudiantes que forman la resistencia y una marea silente de gente que soporta estoicamente la tragedia de sobrevivir en dictadura.

Este fin de semana la MUD concurre al falso diálogo con mucho plomo en el ala, derrotada y fracturada; le queda el apoyo de algunos empresarios, académicos, profesionales e integrantes de una sociedad de cómplices que ha sido parte en la permanencia del régimen. Hasta el secretario de la OEA, Luis Almagro –convertido en paladín de la democracia venezolana–, ha desenmascarado a esos mentidos liderazgos que se prestan a ser catalizadores de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, el verdadero tormento para el contingente de personeros gubernamentales que ostentan su prontuario y que, sin duda, será el tema fundamental en República Dominicana, donde celebraran, entre amigos, el éxito de un resultado previamente acordado.


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