Con el único fin de tapar la monumental impericia que está evidenciando el gobierno de Nicolás Maduro en la generación de divisas a partir de nuestro único bien de intercambio que es el petróleo, alguien sopló en el oído presidencial el proyecto de fabricar un nuevo instrumento de intercambio diferente al dólar. Así ha surgido el petro, una peregrina idea con la cual lo que intenta la fracasada revolución bolivariana es sortear las dificultades que nuestro país está enfrentando por la limitación de sus compras y ventas internacionales a raíz de las sanciones impuestas por Estados Unidos al actual gobierno y como una nueva manera de generar endeudamiento externo.

Para cualquier observador externo es evidente que las dificultades comerciales resultantes de las sanciones impuestas en el año 2017 no son en absoluto la causa de nuestros males económicos, que se traducen en un desabastecimiento atroz y una inflación desbocada que penaliza a la población entera del país. Venezuela lleva ya cerca de dos décadas en un proceso creciente de destrucción de la actividad productiva y de descalabro sostenido de su propia industria petrolera cuyo único responsable es el modelo económico aplicado por los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

El otro hecho que está a la vista de quienes nos observan, y de aquellos a quienes preocupa nuestra evolución, es la manera como en Colombia se ha disparado en el último quinquenio la producción de coca y cocaína y como, crecientemente, nuestro territorio se ha estado convirtiendo en el principal lugar de tránsito de las sustancias ilegales provenientes de Colombia para alcanzar los mercados de consumo.

Hay que ser muy ingenuo para no pensar que un medio de pago como el petro podría ser el instrumento ideal para esconder los pagos milmillonarios derivados del narcotráfico por el carácter esencial de anonimato que revisten las transacciones hechas en tal “criptomoneda”.

En octubre de 2017 Vladimir Putin se había ya pronunciado en desfavor de estas. Fue más lejos que eso y pidió la prohibición en su país del bitcoin tan en boga en el medio del dinero fiduciario.

La agencia de noticias Reuters lo citó diciendo que se trata de “oportunidades para blanquear fondos adquiridos a través de actividades criminales, evasión de impuestos, incluso el financiamiento del terrorismo, así como la propagación de esquemas de fraude”.

Todo hace pensar que tal propuesta terminará recibiendo la aprobación de la asamblea constituyente pasando por alto la violación de las normativas que regulan al Banco Central y la inconstitucionalidad de tal proyecto. Si el petro llegara a tener algún género de aceptación por parte de nuestros socios comerciales, sería imperativo eliminar su condición de anonimato y obligar a hacer nominativa la propiedad del nuevo medio de pago.


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