Pensar que el gobierno verdaderamente ganó la pasada contienda electoral es una conclusión limitada. Unos resultados electorales les dieron la victoria a 17 candidatos del gobierno y apenas a 5 de la oposición representada por la MUD. El gobierno más que sumar restó. Demostró su techo electoral y, además, con números bastante escasos, si lo comparamos con el padrón electoral. A pesar de que les funcionó la estrategia gobierno/CNE de ir rebanando poco a poco un justo proceso electoral, los resultados que obtuvieron no dieron emocionalmente ni para una celebración. Los elegidos saben que no tienen un verdadero apego de los electores y que los resultados, antes que mejorar la imagen del gobierno, han puesto al descubierto una vez más un proceso truculento que fácilmente la propia comunidad internacional descubrió sin mayor dificultad.

La oposición ganó espacios que antes no tenía y recibió un mensaje todopoderoso en el sentido de que está ante una ciudadanía que quiere repuestas a sus demandas, una dirigencia sólida y fundamentalmente unida. La MUD pudo haber salido mejor, pero el que realmente pierde es el país que le dio oxígeno a un gobierno que no debe seguir gobernando. Pero al final lo relevante es que la verdadera dimensión de la crisis se conoce, la gente la padece y la mayoría se ha desconectado del chavismo. Por supuesto, totalmente válida la pregunta que urbi et orbi muchos se hacen: ¿cómo pueden los ciudadanos de un país sometido a una crisis de tal envergadura darle un voto de confianza al gobierno? La respuesta no es simple, entre tramposería y abstención se impusieron electoralmente, pero no están más en el corazón de los venezolanos y no lo estarán mientras que no sean transparentes y verdaderos demócratas. Lo confirma la designación de poderes paralelos al estilo Jalisco en los estados que perdieron.

El país y el mundo conocen la estirpe de quienes gobiernan Venezuela. Más que un triunfo, en mi opinión, lo que lograron fue cerrar la brecha para una salida sin traumas. Por lo pronto, para la mayoría de los venezolanos opositores no queda otra que seguir luchando unidos y sin tregua. Si la vocación es servir al país el 15-O solo fue un obstáculo más de los que nos quedan por delante.


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