El nuevo hogar de Héctor Giménez

Héctor Giménez llegó a Barquisimeto entre címbalos de júbilo. Fresco estaba el barniz ganador de su trayectoria en Aragua, con los Tigres. El bateador ambidiestro con más jonrones en la historia de nuestra pelota profesional. Un líder indiscutible en la asombrosa dinastía de los bengalíes.

Giménez era la pieza perfecta para un equipo que venía de sufrir dolorosas eliminaciones, que necesitaba un revulsivo en el clubhouse. Lara no tenía una alternativa clara en la primera base, porque Celestino López ganaba cada vez mayor estatus en Japón y Jesús Montero no se sumaba al lineup. Además, el ex receptor es natural de San Felipe, ciudad que queda a tiro de piedra del estadio Antonio Herrera Gutiérrez. Su familia y amigos yaracuyanos podrían verle jugar sin tener que conducir largas distancias.

Pasaron apenas dos años para que todo mutara. Tanto, que el yaracuyano viste hoy la camisa de las Águilas, luego de que los Cardenales le entregaran en una transacción por el patrullero Ronald Bermúdez, este martes.

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La vida da vueltas inesperadas. El beisbol también.

Giménez lo resumió estupendamente en un tuit que demuestra nobleza y conocimiento del negocio. Agradeció al Zulia por interesarse en sus servicios y apostó porque el cambio de escenario marque para él un nuevo despegue. Porque su actual sequía explica el cambalache.

La hoja de servicios de este aporreador, bigleaguer entre 2006 y 2012, es estupenda. Es posible que ya haya ganado un lugar en nuestro Salón de la Fama. Suma 76 jonrones, tiene un OPS superior a .800, en seis ocasiones bateó sobre .300 y acumula nada menos que 360 empujadas. Forma, junto a Tomasito Pérez, René Reyes y Cristóbal Colón, el póker de ambidiestros más notable de la LVBP.

Apenas bateaba para .045 con los crepusculares, sin embargo. Comenzó lento, tras una campaña discreta en el extranjero, y quedó sin lugar en la alineación cuando llegó el cubano Rangel Ravelo para apropiarse de la inicial, ante el rendimiento de quienes patrullan los jardines de los pájaros rojos (lo que impide mudar a Ravelo a los bosques exteriores) y la rotunda presencia de Montero en el rol de designado.

Así que a los larenses les quedaba la alternativa de dejarlo como emergente. Eso, o cambiarlo de equipo.

Zulia gana en esta situación, porque la lesión del colombiano Reynaldo Rodríguez le dejó con un hueco en la primera base, al menos mientras dure la mitad inicial de la eliminatoria.

Bermúdez no es un prospecto. Ya tiene 29 años de edad y juega en el beisbol europeo. Su puesto con los rapaces puede ser cubierto por alternativas más jóvenes. De hecho, estaba fuera del roster semanal.

En Barquisimeto tendrá el rol que era de Ericson Leonora, enviado a los Tigres en el cambio por el zurdo Gumercindo González. Dará profundidad en el outfield, donde los crepusculares carecían de alternativas con tal experiencia.

Esta puede ser la oportunidad para que Giménez reencuentre lo mejor de sí. También puede ser la última parada de su brillante trayectoria. Acaba de cumplir 35 años de edad. No dio cuadrangulares en la 2016-2017, no le fue bien en el exterior y, como nos pasa a todos, se enfrenta al inexorable paso del tiempo. Tiene que batear ahora, para garantizar su lugar después. Pero no hay razón para la queja: el beisbol le da una nueva oportunidad.

@IgnacioSerrano

www.elemergente.com

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