Los países en los que el incesto no está castigado por la ley

Steven Pladl se mudó el año pasado a una localidad de Carolina del Norte, en el este de Estados Unidos, para establecer una familia con Katie Rose Fusco, con quien tuvo un bebé.

Tras vivir varios meses en pareja, trataron de formalizar un matrimonio, pero a finales de enero pasado fueron detenidos.

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Y ahora enfrentan un juicio por incesto, adulterio y complicidad para delinquir, pues Pladl, de 42 años, es el padre biológico de Fusco, de 20.

En 1998, nada más nacer, la joven fue dada en adopción. Al cumplir 18 años, en 2016, buscó a sus padres biológicos y decidió irse a vivir con ellos a Richmond, Virginia, en el este de EE.UU.

La esposa de Pladl se fue de casa hace dos años tras descubrir que él estaba durmiendo con su hija. Luego se enteró de que Fusco estaba embarazada y los denunció.

Las legislaciones de Carolina del Norte y Virginia prohíben este tipo de relaciones y las sanciona con cárcel. Quienes incurren en ellas, de ser encontrados culpables, pueden enfrentar una pena de hasta 10 años de prisión.

A excepción de Nueva Jersey y Rhode Island, en los otros estados de EE.UU. el incesto es castigado por la ley. Sin embargo, hay varios países en donde esta conducta no es sancionada de forma legal.

¿Dónde no es perseguido?

Varias naciones desarrolladas no tienen normas que sancionen las relaciones sexuales entre dos adultos con un vínculo familiar directo o indirecto, lo que constituye incesto.

Aunque en esos lugares sí hay leyes que persiguen las relaciones sexuales de un adulto con un familiar menor de edad, considerándolas violación.

En España, por ejemplo, el incesto no está tipificado como delito, aunque no está permitido el matrimonio civil entre adultos con vínculo familiar hasta el tercer grado colateral: un tío o tía no puede casarse con su sobrino o sobrina.

En cambio, en Portugal el matrimonio está prohibido hasta el segundo grado colateral, por lo que hermanos no pueden contraer matrimonio, pero sí los tíos con sus sobrinos.

En Francia la ley dice que el matrimonio puede ser autorizado por orden presidencial entre parientes políticos cuando haya fallecido la persona que formó la relación.

China, Japón y Rusia son otras naciones donde las relaciones incestuosas no están penadas pero el matrimonio civil tiene restricciones.

En otros países sí se acepta, aunque con matices: en Suecia está permitido el matrimonio entre hermanastros que tengan a un padre común. Pero para ello requieren de un permiso especial del gobierno.

En Holanda no está penado, pero sí está prohibido el matrimonio entre hermanos consanguíneos o adoptivos, y en el caso de familiares del tercer y cuarto grado, debe haber una dispensa legal para casarse.

En la mayoría de esos países no es castigado siempre y cuando la relación sea consensuada entre dos adultos con facultad plena de tomar decisiones.

Es el caso de Brasil, pero en este país latinoamericano la ley tampoco sanciona el incesto entre dos menores de edad (la relación entre un adulto y un menor está prohibida).

En los casos de Italia y Uruguay sus respectivas leyes castigan el incesto que derive en «escándalo público», un definición que se presta a la ambigüedad de qué es exactamente «escándalo».

Por el contrario, Australia es el país con los castigos más severos contra el incesto en sus leyes, donde una persona sentenciada puede pasar más de 20 años en la cárcel por ese delito.

¿Por qué no sancionarlo?

El incesto es una práctica que se remonta a antiguas civilizaciones como la egipcia, griega y romana, pero fue desde que se desarrolló el Derecho Romano en que se comenzó a sancionar.

Carlos Welti, maestro en Ciencias Sociales de la Universidad de Chicago, explica que su persecución en las leyes cumple una función de proteger la organización familiar y su subsistencia como base de la sociedad.

«La prohibición del incesto permite el funcionamiento de esta organización, la familia, pues identifica claramente los roles que debe cumplir cada uno», explica Welti a BBC Mundo.

«Las relaciones incestuosas complican en extremo en esa asignación de roles. Una pareja conyugal que mantiene relaciones sexuales con la hija, o la madre con el hijo, desdibuja los roles», añade.

A pesar de ello, el experto reconoce que hay países que no lo persiguen por un espíritu de protección de víctimas de abuso sexual.

El no castigarlo ayuda a que personas que sufren una relación no consensuada puedan denunciarlo con mayor facilidad, pues no temen a ser acusadas de incesto o a una posible pena de prisión.

«Hay países en que se asume que castigando la relación incestuosa no se reconoce la vulnerabilidad de los individuos que sufren una relación claramente inequitativa en relaciones de poder en el núcleo familiar», explica Welti.

Sin embargo, señala que la justicia también puede prever que el castigo contra víctimas sea revertido luego de que se comprueba que la relación no era consensuada.

Una mala idea

Algunos defienden de la práctica del incesto como parte de la libertad sexual entre adultos.

Para ellos las leyes contra el incesto estén basadas en concepciones morales.

Pero más allá de las consideraciones legales, el incesto tiene otras implicaciones cuando una pareja concibe un hijo.

Un análisis llevado a cabo en la antigua Checoslovaquia es un caso paradigmático sobre el incesto.

Entre los nacidos entre 1933 y 1970 de padres que eran parientes en primer grado, un 40% tenían discapacidades y un 14% murieron.

La doctora Debra Lieberman, una especialista del tema de la Universidad de Miami, explica que procrear con un familiar «aumenta drásticamente las posibilidades de obtener dos copias de un gen perjudicial, en comparación con la reproducción con alguien de fuera de la familia».

«En general, cuanto más cercana es la relación genética de una pareja que procrea, mayor es la probabilidad de que las consecuencias de los genes perjudiciales y los patógenos se materialicen en su descendencia, lo que da como resultado muerte prematura, malformaciones congénitas y enfermedades», señala.

Sin embargo, también señala que solo se trata de un aumento de posibilidades, no una consecuencia directa.

Además, señala que hay estudios que apuntan a que hay «mecanismos» biológicos que llevan a los humanos a tener «aversiones sexuales» hacia padres y hermanos.

Relación desigual

La actriz y cantante Mackenzie Phillips escribió el libro High Arrival, en el que describió las consecuencias negativas que tuvo para ella pasar por una relación con su padre, el cantante John Phillips, de The Mamas & The Papas.

Aseguró que esa relación que en algún momento interpretó como consensuada la llevó a experimentar abuso de drogas y deterioro de su salud mental: «No importa qué tipo de incesto sea, es un abuso de poder».

Y es que muchos especialistas señalan que es casi invariable que hay un desequilibrio de poder en las relaciones incestuosas.

«No se puede tener un consentimiento informado si la relación de poder ya existe», señala Robert Geffner, del Instituto de Violencia, Abuso y Trauma de la Universidad Alliant, en San Diego (EE.UU).

Quienes participan en relaciones incestuosas entre padres e hijos, aun siendo adultos, viven una «mezcla» de emociones que van desde el poder, el amor, el afecto, la atención y el abuso, dijo en una entrevista con la cadena ABC.

De ahí que las relaciones incestuosas, aún cuando los integrantes sostengan que es consensuada, en muchos casos parten de un posición de poder en la familia.

«En realidad, las relaciones incestuosas son una manifestación de abuso entre personas en donde las relaciones de poder son claramente inequitativas», señala el sociólogo Carlos Welti.

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